Solo tenían el día y la noche… y se quedaron con la noche. A propósito de Dignidad y el viejo MOIR.

«Pero los nombres de los verdaderos partidos políticos nunca son adecuados por entero; el partido se desarrolla y el nombre queda«.

Friedrich Engels1.

En la medianoche de este primer cuarto de siglo, justo al eclipsarse un ciclo de la lucha de clases colombiana y mundial2, personajillos han salido de entre el fango y el estiércol de la política burguesa, vestidos con los mismos trajes de siempre, pero con nuevo lustre, para decir: ¡Es Ahora Colombia!

Jorge Robledo, el senador Palpatine3 del otrora MOIR (Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, fundado hacia la década de los 70s y condenado a la ruptura tras la muerte de Francisco Mosquera Sánchez, su fundador), con su decrepitud como bandera, bien acompañado va: a su derecha, Sergio Fajardo, el eterno maestro de la contemplación, inmaculado por obra y gracia del aceite de ballena, que le mantiene lubricada su lucidez para defender el Estado Social de Derecha(o); a su ultraderecha, teñidos con el carmesí de un mártir (neo)liberal, chapotean los delfines del galanismo, Caliche y Juanma, hermanos, unidos por una misma línea consanguínea. Ellos, tan cerca de lo viejo, tan lejos de lo nuevo, han preferido lo seguro: el NeoLiberalismo; y a la extrema derecha, saliéndose del salón y bordeando la costa —y el coste—, se MIRA el azul azulino azuloso del océano, tan extenso como la gracia de Piraquive4, honrosa recaudadora de diezmos, y a cuyos sermones, base programática de su partido cristiano, bien se centralizan —o se arrodillan, rogando votos— los examigos del pensamiento Mao Tsetung.

Esta «nueva» alianza entre partidos que representan a fracciones de la burguesía, y de la pequeña burguesía, vuelve a hacer sonar los sables de la contienda electoral, reality show de la «democracia» burguesa que pronto tendremos la desdicha de volver a presenciar. A los viejos Jorge Robledo y Gustavo Triana, junto a sus cohortes de seguidores, quienes cómodamente se apoltronan en la burocracia sindical —ocupando cargos nada despreciables, a nivel nacional y regional, en la CUT y sindicatos filiales de FECODE, esencialmente— y en otros escenarios de la política institucional, les persigue un fantasma: el de su partido nodriza, el MOIR. Bien lo anotó Engels, los partidos pasan, pero los nombres quedan. Es así como el legado del MOIR (aún con todas las críticas acérrimas que se le puede realizar —y de las que soy partidario—), de sus militancias honestas y aguerridas, de Los Descalzos y de sus debates lanzados al seno del movimiento comunista colombiano, ha terminado empañándose por la nefasta política pragmática, eminentemente reaccionaria, de Dignidad, tanto en su vertiente robledista como en la de Aurelio Suárez, otrora siamés de Robledo, que ahora hace nido en «Colombia Soberana».

Esta alianza ya se había consagrado en Caldas para las elecciones del cuatrenio pasado. Dignidad, ASI, MIRA y Nuevo Liberalismo abordaron colectivamente la contienda electoral.

Un reciente libro de Juan Leonel Giraldo y Fernando Wills, titulado «Solo teníamos el día y la noche» , es la inspiración a escribir este texto. En él, viejos militantes del MOIR (hoy agrupados en distintas corrientes: Notas Obreras, Partido del Trabajo de Colombia, Colombia Soberana, Dignidad&Compromiso…) cuentan su historia como partícipes directos de la política de descalzamiento de su partido, orientada a construir frentes de masas que, en última instancia, estuvieron subordinados a la política reformista, electorera —aunque no limitándose a ella—. Los fragmentos de cada vivencia, entremezclados, dan a entender buena parte de la historia del MOIR, las iniciativas de sus militancias, sus sueños y esperanzas, sus planteamientos tácticos y sus luchas. La mayoría de ellas, incluso en la maraña ideológico-política del marxismo-leninismo pensamiento Mao Tsetung, conservaban algo de dignidad de una militancia que pretendía la revolución, en algún momento a estallar bajo una Guerra Popular alimentada por las bases campesinas y obreras agrupadas, en torno suyo, a lo largo y ancho del país. Esta vía a la revolución en Colombia implicaba el interclasismo, sustentado por una interpretación particularmente mecánica de la Nueva Democracia maoísta, en la que se habla de la conformación de un frente popular con las cuatro clases revolucionarias en China: el campesinado, el proletariado, la pequeña burguesía y la burguesía nacional. Las últimas dos, joya de la sociedad de clases, terminaron por ser lo más preciado para quienes se quedaron en la noche del viejo MOIR.

Los caminos del frentepopulismo5 y la lucha electoral, en los que inevitablemente se encontró con el Partido Comunista Colombiano (PCC), les llevaron a conformar la UNO, Unión Nacional de Oposición, en la que formaron un frente con los liberales, los anapistas y la democracia cristiana. Lo mismo, tiempo después, en el Frente por la Unidad del Pueblo(FUP), el MOIR se aliaría con la ANAPO, el Movimiento Amplio Colombia (MAC), el Movimiento Independiente Liberal (MIL) y otros sectores burgueses. El FUP, como otra experiencia interclasista que no era nueva en su corriente política, fue tan poco innovadora como el ¡Ahora Colombia! de Dignidad, desvergonzada apuesta electorera para salvar umbrales y personerías jurídicas, en la que se une lo más rancio y solapado de la política liberal. Lo importante, y retomando el libro, es la experiencia misma de la militancia, marcada por unos principios que, para bien o para mal, han sido arrancados de raíz. Todo lo bueno de su experiencia de masas, no es más que una mancha en el horizonte político de los herederos vergonzantes del MOIR. Me refiero a aquellos que se quedaron en la medianoche del siglo6, liquidando su pasado para enmarcarlo en viejos escritos y en notas de archivo de Tribuna Roja, quienes hoy dan un paso noctámbulo, vendiendo falsas esperanzas transformadoras a las clases oprimidas y explotadas, con especial descaro a las juventudes que por inocencia, desconocimiento o engaño, se acercan a sus filas en las universidades, en los barrios, en los colegios, en los centros de trabajo…

Manifestación del 1 de mayo, bloque de la UNO. Tribuna Roja. Mayo 10 de 1975

La derrota temporal del comunismo, entendido como objetivo, movimiento e hipótesis, nos ha legado este contexto de desarme político e ideológico del proletariado y de las clases explotadas, surgiendo organizaciones limitadas en su potencialidad revolucionaria, que optan por entregarse al pactismo con las clases dominantes. Es en este contexto de «pactos históricos», que recuerdan al fracaso del «compromiso histórico» del Partido Comunista de Italia, y que poco ejemplo dan para criticar desde una posición progresista (cuando el PH ha pactado con cristianos, como Saade, y con expresiones del liberalismo santista, de ahí la «unión táctica» con Roy Barreras, Benedetti, Cristo, Lizcano, Sarabia…) al frentepopulismo de Dignidad&Compromiso, que se hace necesario recuperar la independencia político-ideológica de nuestra clase, de los y las desposeídas, de los y las nadie. Sin renunciar a nuestros principios, a nuestro programa histórico y a una estrategia política que ponga en el centro los intereses de nuestra clase.

Finalmente, de los recuerdos del MOIR, que hace décadas no existe en sí, y cuyo nombre lanzado al olvido ha sido apropiado por el robledismo, nada mejor que mantenerlos en su sepulcro, constituidos como un vestigio de una época a ser superada: sin prolongaciones, sin tergiversaciones y sin elogios desmerecidos. Mucho menos cuando los elogios y falsificaciones provienen de quienes un día, siendo fogoneros de la revolución, juraron mantener la chispa encendida, pero que hoy, como césares de la decadencia en Dignidad&Compromiso, apagan toda llama, preservando la oscuridad en su noche. Una noche perpetua. Una noche de la que no saldrán jamás.

  1. Extracto del prefacio escrito por Engels a una antología de sus artículos publicados en Der Volkstaat durante la década de 1870. El referido prefacio fue escrito el 3 de enero de 1894. ↩︎
  2. Un ciclo de luchas cerrado con el proceso de paz FARC-Estado y con la canalización electoral-institucional del masivo levantamiento popular del año 2021, que ahora ha abierto un periodo de reflujo e integración directa a la política institucional burguesa. En el terreno mundial, todavía resonando el final del ciclo de Octubre del siglo XX, se constata la crisis de los proyectos devenidos de la fractura del movimiento comunista internacional: el progresismo reformista, la socialdemocracia light de hoy, como los rezagos del 15M español: Podemos, IzquierdaUnida, SUMAR. Proyectos que hoy han colapsado en sus apuestas «altermundistas» y transformadoras, quedando integrados al sistema de partidos burgueses. Lo mismo para Syriza, en Grecia, del que solo quedó el desdén popular-revolucionario hacia su línea política; Chile, con el paupérrimo frentepopulismo que llevó a Boric al timón del poder ejecutivo burgués, otro ejemplo cercano de la contención revolucionaria mediante la vía electoral; Francia, en la que los herederos de Mitterand, enarbolando la consigna de un «Nuevo Frente Popular» encabezado por Mélenchon, vuelven a engañar al proletariado galo bajo las ilusiones del reformismo; Venezuela, Ecuador, Chile, Bolivia y Argentina, todos ellos ejemplos de la marea rosa, del fracasado socialismo del siglo XXI, que a cuestas llevan las traiciones del nacionalismo y el populismo burgués, proyectos estancados en la legitimación del Estado capitalista y de las posibilidades de «reformarlo», sin intención alguna de derribar sus cimientos. ¿Qué podemos observar, a priori, de las experiencias progresistas frentepopulistas del resto del mundo?: fracaso, cuyas consecuencias recaen en una pérdida de esperanza en la construcción de instrumentos revolucionarios, con independencia de clase, al servicio de los y las oprimidas y explotadas del planeta. ↩︎
  3. Me refiero al personaje de Star Wars, Sheev Palpatine, senador de la República que, a la postre, termina siendo un infiltrado de los Sith, liquidadores del republicanismo intergaláctico en el universo de la saga. ↩︎
  4. María Luisa Piraquive, lider mundial de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, base política y financiera del partido Movimiento Independiente de Renovación Absoluta, MIRA. Piraquive, encarnación misma de su partido, ha estado involucrada en presuntos casos de corrupción y lavado de activos, incidiendo en el aparato del Estado para beneficiar sus negocios, que giran en torno a su iglesia cristiana. ↩︎
  5. Táctica política que, desde el VI Congreso de la III Internacional, fue asumida por los Partidos Comunistas estalinistas, y que consiste en aliarse con partidos burgueses para poder asumir programas «nacional-democráticos» y «luchar», de forma conjunta, contra «amenazas comunes» : el fascismo, ejemplo por antonomasia, fue una de las excusas. El frentepopulismo, todavía en boga, aún en Estados en donde el fascismo no es una fuerza política contundente, implica la conciliación entre intereses de clase que, por naturaleza, son antagónicos y por tanto irreconciliables. Representa, entonces, una renuncia a la independencia política de clase, constriñéndose la más de las veces a los programas burgueses, claudicando del camino a la revolución y disciplinándose en la vía de la burocratización, el cretinismo parlamentario y el reformismo ilusorio. ↩︎
  6. Expresión tomada de la obra del revolucionario Victor Serge. Acá usada para referirse a la desviación contrarrevolucionaria que, a cuestas del siglo XXI, se opera en la política burguesa de los otra partidos oficiales estalinistas. ↩︎

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